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Buracas – un pequeño paraíso en Garafía
El valle encantado de los aborígenes
Sendero circular con visita a las cuevas y a los grabados en piedra de las benahoaritas, caminando relajadamente unas 2 horas.
Las Tricias » Buracas » Las Tricias
Aprox. 4 km. Quien desee caminar más, también puede comenzar la ruta desde la plaza de la iglesia del pueblo de Las Tricias (entonces serían unos 6 km).
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Se puede realizar durante todo el año y también con niños. Grado medio de dificultad, ya que a veces el camino es empinado y está escalonado. Es esencial llevar un calzado resistente, gorra y agua potable.
El punto de partida se sitúa por debajo del molino, cerca de la entrada al valle de Buracas.
Por favor NO estacione en el VIRADERO. ¡¡¡Es la zona habilitada para dar la vuelta y si hay un coche aparcado, se impide el acceso!!!
Olvidar el tiempo
Resulta fácil, incluso al caminar por la estrecha carretera que seguimos cuesta abajo...
Hay perros cariñosos dormitando, el Atlántico se extiende delante de nosotros y ya se pueden ver los dragos. Durante los secos meses de verano, ni los almendros ni las exuberantes flores silvestres roban el espectáculo a los dragos.
Junto al viradero hay un letrero de madera a la derecha, el cual señala la entrada a Buracas. Esta ruta circular discurre por una parte del GR130 y del GR130.1. Para caminar alrededor de toda la isla siguiendo este sendero costero, hay que contar con varios días.
Pero nosotros nos conformamos visitando este lugar tan idílico de Las Tricias (municipio: Garafía). Paredes de piedra natural, algunas casas pequeñas, cuevas escondidas y los mitológicos dragos definen el encanto de este lugar.
La gente que vive aquí ha preservado la arquitectura rural y apuesta por energías respetuosas con el medio ambiente.
Junto a las tradicionales casas de piedra se encuentran placas solares y pequeñas turbinas eólicas. Algunas de las antiguas cisternas aún se usan como depósitos de agua, pero también se puede ver que se han instalado discretamente antenas parabólicas y líneas telefónicas. En los jardines llenos de flores también crecen mangos, naranjas, limones y verduras.
Pasando junto al letrero del Café "Aloe Vera", seguimos por el camino cuesta arriba
Este camino real está empedrado, cuenta con muchos siglos de antigüedad y nos lleva hasta otra exuberante agrupación de dragos.
En la colina de enfrente se puede divisar un antiguo molino de viento. En esta zona se cultivaba en el pasado mucho grano y después de tostarlo se molía y se convertía en gofio.
Desde marzo de 2016, "El Molino" está abierto al público y alberga el Museo del Gofio (MIGO).
Mientras seguimos nuestra ruta, notamos que la confianza en Buracas es muy importante.
Además de las originales cajas de madera con fruta fresca, pequeños dragos o bisutería hecha a mano, hay huchas y otros recipientes para introducir el importe a pagar.
Luego, el "Camino Real de la Costa" desciende hacia Cueva de Agua hasta llegar a un acueducto.
Allí, el agua fluye, en estos tiempos tan modernos, a través de una gruesa tubería de agua. Luego sigue un ascenso durante el cual nos acompaña el olor resinoso de los pinos canarios.
Por encima de nosotros se escuchan los graznidos de algunos cuervos. Mosquiteros y currucas saltan por los arbustos de amagante que están secos durante esta época del año.
Pasamos junto a una casa con una decoración original de piedra y continuamos,
hasta que el camino llega a una carretera
Aquí salimos del GR130 y bajamos por la pista de cemento.
Las vistas sobre el paisaje costero cubierto con una vegetación de poca altura son hermosas.
Después de poco tiempo vemos otro poste de madera que señala nuevamente el GR130 en dirección hacia la izquierda.
Pero esta vez: Opción Buracas / Puntagorda. Unos escalones de piedra descienden por un camino empinado en dirección al valle. Hay que tener cuidado al pisar.
Si no lleva bastones, puede apoyarse simplemente un poco con las manos.
El yacimiento prehistórico de Buracas
está compuesto por un grupo de cuevas y grabados rupestres elaborados por los guanches
Es de gran interés arqueológico, cultural e histórico.
Las cuevas se descubrieron en 1941 y se encuentran a tres niveles. El buen clima, la abundancia de agua y la ubicación estratégica entre la costa y los pastos de verano ubicados a más altura, permitieron que un grupo más o menos grande de aborígenes palmeros, los benahoaritas, pudiesen vivir una buena vida en armonía con la naturaleza hasta la conquista española.
Éstas y otras cuevas se han utilizado durante más de 500 años.
Las cuevas se usaban como establo, lugar de almacenamiento y como vivienda. El agua del manantial también era utilizada por las comunidades vecinas y por los viajeros que transitaban por allí. Debido a la gran afluencia se construyeron abrevaderos, lavaderos y depósitos para recolectar el agua.
Después de admirar diferentes cuevas y tras descubrir los petroglifos, salimos de este encantador y mágico valle y regresamos al mundo moderno ascendiendo por un camino escalonado.
Nos mantenemos a la izquierda y ahí nos recibe un tanque de agua con la inscripción "Paz y Amor". El camino lleva al "Bio Café Finca Aloe".
El descanso en el "Bio Café Finca Aloe" es relajante y delicioso
Los zumos naturales, las ensaladas recién preparadas y el delicioso pan integral ecológico saben aún mejor en el maravilloso jardín de la cafetería.
Para terminar tomamos una mousse de chocolate y nos llevamos una botella de zumo de tuno con un color rojo intenso.
Ha sido una idea buena dejar la visita a la finca dirigida cariñosamente por Frohmut Schweitzer para el final de la caminata.
Ahora podemos volver al coche tranquilamente y completamente satisfechos.
Eine wunderbar zutreffende Beschreibung.