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La villa de San Andrés ha sido declarada patrimonio cultural
Bien de Interés cultural
Si camina por las calles empedradas de San Andrés, en el noreste de La Palma, se encontrará en uno de los pueblos más antiguos y antaño más importantes de la isla.
Abundante agua dulce fluía desde el desfiladero de Los Tilos en Los Sauces para verter en el mar en San Andrés. Una riqueza que atrajo a muchos extranjeros, principalmente portugueses, catalanes, genoveses y flamencos.
Ya en los primeros años después de la Conquista, la ciudad recibió el título de "villa".
Hacia 1515 se construyó la Iglesia de San Andrés. Del siglo XVI al XVII, la ciudad floreció y se situó justo después de la capital, Santa Cruz.
Se construyeron casas señoriales con gruesos muros de piedra y barro, de las que se conservan algunos escudos, como la Ermita del Pilar.
La principal fuente de ingresos era el cultivo de la caña de azúcar
Desde el puerto de El Guindaste, justo al lado del Barranco del Agua, se exportaba azúcar de caña, vino y ron.
Más tarde, se añadió el cultivo del plátano, que sustituyó a las exportaciones de azúcar.
La cal suministrada desde Gran Canaria y Fuerteventura se quemaba directamente en el puerto. Se necesitaba para los canales de riego y en la construcción en general. El horno de cal, bien restaurado, es otro de los hitos de San Andrés.
Entre los edificios antiguos también se encuentran la pequeña iglesia Ermita de San Sebastián, el antiguo cementerio, el Vía Crucis (El Calvario) y los restos del monasterio franciscano La Piedad.
El Gobierno de Canarias ha declarado a San Andrés Bien de Interés Cultural (BIC). Un patrimonio lleno de arquitectura tradicional y popular.
Los edificios protegidos ocupan una superficie de casi 60.000 m² dentro y fuera del pueblo. De ellos, unos 25.300 m² forman el conjunto histórico propiamente dicho, el resto es zona protegida.
Los palmerales, los jardines llenos de flores y las plazas, junto con las plantas de plátano de hoja perenne, envuelven como un manto protector a esta pequeña joya, que ahora, con suerte, está despertando a una nueva floración. Merece la pena visitar San Andrés.
